Cristina García Mauri: “¿A día de hoy? Río 2016 ya no me importa”
Jorge Bados
Fue, y es, probablemente, una de las joyas más valiosas de la natación en pleno Siglo XXI. Cristina García Mauri provocó durante años que su nombre viviese al lado del de Mireia Belmonte como posible sustituta para recoger el legado de la badalonesa. Hoy, después de aquel Enero de 2013, momento en que Cristina decidió tomar el camino que hoy parece ser el correcto, la nadadora cohabita con su yo en Estados Unidos, más concretamente en Nueva York, donde estudia Relaciones Internacionales con un máster en Administración de Empresa y nada con la Universidad de Long Island. En posesión, 11 Mejores Marcas Nacionales; algunas de ellas terribles y cuasi inalcanzables a corto plazo. Internacional en FOJE, Campeonato de Europa y del Mundo Junior, Cristina nos atiende desde el seno de su Universidad. Aquí en España ya ha caído la madrugada. Esta es Cristina García Mauri.
Al final los recuerdos siempre viven en el presente: competiciones, récords, medallas, etc.
Sin duda. Y para mí el mejor es el FOJE. Porque no sabía nada de nada. Con 14 años qué piensas. Para mí lo importante era tirarme al agua y salir de la prueba sin fuerza. Si era así entonces sabía que lo había hecho bien. No había preocupaciones. Lo disfruté como la niña que era.
¿Y récord? Aquí barro para Aragón.
El 5.09 (estilos) de Zaragoza. Venía de pasarlo mal el día anterior. Me dejé la vida en cada tramo. No he vuelto a nadar como en ese momento. Nunca he nadado como el día del 5.09. Con 12 años no preparas nada. Salí arriesgando, siguiendo lo que me habían enseñado en mi equipo desde siempre: nunca te reserves. A partir de ahí, cuando empiezas a crecer, ya piensas más todo y sales a una prueba con cierto miedo.
¿Existe un porcentaje de locura en la prueba?
Mientras más lo piensas peor. El cuerpo está preparado para aguantar burradas. No puedes quedar reservándote. Si la mente dice sigue el cuerpo sigue.
¿Y tus medallas?
Sí, fueron un poco todas muy a lo loco. Xavi Casademont me solía decir que era una nadadora de un solo tiro: al final o me podía salir muy bien o muy mal, pero no se podía saber hasta que la nadaba.
Y de la familia qué me puedes contar
Al final mis padres no querían que yo nadase, aunque me estuvieron apoyando hasta el día que dije basta. Veían que iba a nadar por obligación y solo para ganar. Ahora cuando me he venido a Estados Unidos es cuando estoy empezando a disfrutar de la natación. Para entonces, cuando perdía, sentía mucha impotencia e incluso mis padres ya me decían “cuando quieras deja de nadar”. Pero yo seguía pensando que era mi obligación nadar. Me acuerdo que un día estaba en el coche sentada y llamé a mi padre diciéndole que no quería entrar en la piscina. Me dijeron “vente para casa” y cuando llegué yo pensaba que pasaría todo lo contrario a lo que sucedió. Me abrazaron y me dijeron “no sabes el tiempo que llevábamos queriendo que dejases de nadar. Ahora empieza un nuevo capítulo en tu vida”.
¿Y qué sentiste cuándo lo dejabas?
Que ganaba. El día que lo dejé me senté a hacer los deberes de ese día y sentía que me había quitado un gran peso de encima. Yo creo que el día que me admití a mi misma – y a mis padres -, que lo dejaba, me quedé como nueva.
Recuperar lo que años atrás fuiste dejando por el camino tiene que ser una sensación extraña…
A veces valoras más cualquier tontería. Mira: al día siguiente de dejar de nadar me fui para casa al salir de clase, en vez de ir a la piscina, lógicamente. Me quedé en el salón comiendo y me emocioné tanto que le dije a mi madre que cuánto hacía que no comíamos juntas, o cuánto hacía que no veíamos la televisión juntas a las 3pm. Pues quizá desde que tenía 10 años eso no había ocurrido porque la natación me lo había quitado. Ahora son pequeños detalles que en su día me dieron la vida.
¡Acabas de decir que has llegado a USA y empiezas a disfrutar del agua ahora!
Tal cual. Yo he descubierto el placer de la natación ahora. La psicología es muy distinta aquí. En España competías y te tirabas con miedo a perder. Había mucha tensión en general. Estabas en la cámara de salida y sabías que si perdías menuda bronca te iba a caer. Aquí en Estados Unidos me han enseñado a tirarme al agua para competir y hacerlo lo mejor posible, y si no sale la marca, ya saldrá más adelante. Esto es lo que me ha dado cierta confianza.
¿Te hace esto tener algo en mente en lo meramente deportivo?
La verdad es que cuando llegué aquí en Septiembre tenía como una voz dentro que me decía “te has ido sin dejar las cosas hechas”. ¿Mi Objetivo? Río 2016. Tengo dos años para prepararme al máximo. ¿A día de hoy? Río ya no me importa. Parece que para ser feliz tienes que ser un campeón, y creo que eso no es así. Tengo tantas cosas a mi alrededor, tantas personas que no saben nada de la natación… Creo que ahora no me llenaría una medalla olímpica. La tengo, vale. ¿Y luego qué?
Parece que tienes una mente un poco contraria a tu talento.
Sí, mi mente se ha llevado muchas hostias, y tras dejar la natación fue cuando me di cuenta de que le había dado demasiada importancia a algo que no la tenía.Pero porque soy una persona con ganas de vivir y si veo que algo no me hace feliz, ¿Por qué seguir con ello? Por eso me he venido a Estados Unidos: me gusta nadar y si en España no me convence, ¿por qué no nadar en Nueva York?
¿Y si te salen extremadamente bien los Nacionales de allí?
Puede. Si me sale una marca para ir al Campeonato del Mundo o la Olimpiada, en caso de que se diese, pues sí que me plantearía prepararlo. Si fuesen cuatro años diría que demasiada “vida perdida”. Siendo ya a casi un año o unos meses, como una experiencia más que mucha gente querría tener, sí, iría a por ello. Pero no vivo cada día con ese objetivo.
¿Y el ciclo Tokio?
¡Uff! Es dura la pregunta. No creo que tuviese la paciencia humana que hay que tener. No tengo tanta paciencia como vivir para entrenar.
¿Apruebas o suspendes a la Federación en el trato que te han dado?
La apruebo. Un seis, diría. Me han llevado a Australia, a las competiciones, pero también me han dado muchas hostias, etc., Diría que en parte me han hecho ser la persona que soy, y no precisamente a base de buenos momentos: aguantar presiones y situaciones difíciles sin mucho apoyo por su parte te hacen crecer. Pero me han educado mirando el lado positivo de las cosas, y por eso podría aprobarles: ahora cualquier desafío se me hace pequeño.
Para mí siempre hay una fecha clave contigo: Open de 2012, en Málaga. Clasificatorio para los Juegos Olímpicos en Londres.
A mí nadie me animó. Yo estaba en el equipo pre-Olímpico, pero era como una oveja más del rebaño. Todo lo contrario que el grupo de Mireia, Melani, etc. A mí me hablaban de Río, pero no de Londres. Creo que no confiaban en mí. Y eso se nota. Nadie se preocupó en llevarme a Londres.
Lo del rebaño es increíble…
Además un rebaño que iba de los 12 a los 16 años, que luego se desprendía y lo cambiaban por otro rebaño. No sé cómo estará ahora el tema, pero aquel grupo al que pertenecía (Gerard, Vera, Galdeano, Blanco…) o se han ido a Estados Unidos o han dejado de nadar. Gente que tenía un potencial tremendo y que cuando ven que ya no tienen más que sacar de ellos, adiós. Los cambiamos por otros.
¿Crees que Albert Tubella direcciona bien la exigencia?
Creo que para ser Seleccionador hay que ser exigente. Si no, no te toman en serio. Tienes que mandar e imponer autoridad. Pero realmente le veo como una empresa, que es el Equipo Nacional. Mientras el Equipo dé una buena imagen en general, la cosa irá bien. Lo individual de cada nadador no importa tanto. Oca, por ejemplo, lo recuerdo diferente. En el Europeo Junior de Finlandia se acercaba a los nadadores como un entrenador-psicólogo. Les decía que si no era este año será el siguiente. Esas palabras de Oca no las he vuelto a escuchar en boca de ningún otro entrenador o no entrenador. Y Oca era muy exigente.
¿Y Mireia Belmonte?
Mireia tiene unas narices brutales. Aguantar su psicología, su día a día, es difícil, muy difícil. De lo poco que la conozco me parece una chica increíble. La admiro mucho más por su día a día que por las marcas que hace. Trabaja y se merece todo lo que le pase.
Y para terminar: USA. ¿Debemos aprender más de ellos y apartar el orgullo?
Aquí mínimo una vez al mes hay un Meeting. Viene el entrenador para hablar de todo lo que acontece en tu vida. Para mí que alguien se preocupase por mis cosas era algo inusual. Allí en España sí había psicología, pero de la mala. Era malísima. Si tú quieres que un nadador sea bueno, dale confianza. Si entrenabas mal te echaban del entreno. En vez de levantarte el ánimo, se ríen de ti, te mandan al vestuario y mañana no vengas. Y eso no funciona así. Lo he descubierto ahora.
¿A quién le debe Cris García Mauri ser Cris García Mauri?
A mis padres y mi entrenador del Mediterráneo Antonio Luis Gómez. A día de hoy me gustaría que mis padres supieran lo importantes que han sido en todo este proceso.
He compartido la experiencia de Cristina, he competido varias veces contra ella en los campeonatos de Andalucía, y he de decir que sacarle 4 años a una niña que por aquel entonces tenía no más de 13 o 14 años, no era suficiente para plantarle cara. Sin embrago, nunca me planteé el hecho de que estuvieran obligándola a competir y ganar una y otra vez. Siempre pensé que ella lo hacía porque, ante todo, le gustaba nadar. Ahora veo que era más bien un compromiso que un hobby.
Yo siempre he tenido la natación como un hobby más, algo que me encantaba hacer y me obligaba a mi misma a mejorar competición tras competición, pero si no salía bien, lo que menos permitía era que mi entrenador dejase de confiar en mi. «Un día malo lo tiene cualquiera» decía.
Tengo que decir que yo también me he sentido presionada para ser mejor una y otra vez, mejor que los demás, pero siempre antepuse mis estudios, mis amigos y mi familia a la natación, no tanto como quería tal vez, pero disfrutaba de todo en su debido momento.
Me alegro muchísimo de leer a Cristina y saber que está disfrutando de la natación cuando ella quizás ya pensaba que la natación no era buena para ella. Espero que todo le vaya genial en la vida, porque se lo merece.
Un saludo Cristina, desde España
Estoy de acuerdo con todo lo que cuenta, la presión a los chicos/as, no le favorece nada, son niños y no hacen que se diviertan, en el día a día, piensa solo en los resultados, es un error.
Los resultados solo llegan en absolutos, pero a esa edad ya estan todos quemados y se retiran de las piscinas, una pena…
Hola Rafael.
Hay que preguntarse, porque es relativamente habitual tener deportistas en edades tempranas con un buen nivel deportivo, que finalmente acaban abandonando la práctica de la natación. ¿de verdad que no hay ninguno que aguante la presión de los entrenamientos y competiciones?, ¿los deportistas de otros países son más fuertes mentalmente que los nuestros?, ¿nuestro técnicos no tienen la preparación psicológica adecuada?, ¿va en nuestro carácter?
Yo creo que no. El problema de por qué los nadadores abandonan la natación cuando llegan a las categorías superiores, es bastante simple. No es la presión deportiva que puedan ejercer sobre ellos, lo que les “quema”, es la imposibilidad de hacer compatible los estudios y la práctica deportiva a alto nivel.
La gran mayoría se estancan y no progresan porque no pueden dedicarle a entrenar el tiempo suficiente, no porque no estén dispuestos o ya no les guste.
Por supuesto que hay deportistas a los que no les compensa el tremendo esfuerzo y el sacrificio que hay que hacer para estar al mejor nivel competitivo, o que como dice Cristina, van a nadar “por obligación y solo para ganar”, y si es así, hacen muy bien en dejarlo. Pero en mi opinión, la gran mayoría disfrutan entrenando cada día y solamente la preparación para un futuro laboral incierto, es lo que les hace plantearse la posibilidad de abandono.
¿Por qué se está produciendo un éxodo de nadadores a Estados Unidos? Quizás sea porque la psicología sea muy distinta allí, seguro, aunque el hecho de que allí si es posible entrenar y estudiar, me da la sensación, que también ayuda mucho.
Como digo al principio, la causa principal es simple, lo realmente difícil es poner una solución.
El deporte Universitario, entendiendo por ello la posibilidad de entrenar, competir y estudiar al mismo tiempo, no la mera organización de campeonatos, es imposible en España y la promoción laboral de aquellos que acaban su carrera deportiva, inexistente. Arreglemos este problema y probablemente tendremos un nivel deportivo como el de otros países